#Mtres2004 Cuando el Punk encontró el cine

Historias mínimas del rock

Por Augusto Bernal

En una de las ediciones de 1976 el  diario inglés Sunday Time, publicaba una diatriba entorno a uno de los movimientos más representativos y particulares de la historia del rock: “El “punk” es la última basura. Sus defensores son ridículos. Cuando desaparezca, nadie lo lamentará”. Esta tendencia musical que reaccionó contra sus predecesores con una virulencia tan rabiosa en sus canciones y modo de contener el mundo, dejó  sin embargo una gran herencia que creció junto a la historia del cine inglés, en la cinta del director Michael Winterbotton, en un falso documental que se inicia con el primer y mítico concierto de los Sex Pistols,  donde asistieron cerca de cuarenta y dos personas, cuya presentación fue el cierre del célebre local La Hacienda, cuna del acid house y final de todo el movimiento de Manchester.

24 hour party people (2001), nombre de la cinta de Winterbotton, recupera toda la escena musical a partir de un solo locutor, Tony Wilson. Su importancia radica en la forma exploratoria de un Manchester, industrial obrero sujeto a los “véjamenes” de un movimiento de música rock, llamado Punk y la creación  de un sello independiente, factory records, quien dará las bases para futuras  producciones del rock inglés: A certain Ratio, OMD, The Durruti Column y Joy Division. Y “Sin Joy División nunca habría nacido New Order, grupo fronterizo entre el postpunk y la música disco.”

Dentro de este orden de falsos documentales entorno a movimientos de rock o grupos está This is Spinal Tap, Rob  Reiner, 1984. Historia entorno  a una desconocida banda de heavy metal inexistente donde antes de ridiculizar el género se burla de la ficción  del cine mediante la invención  de un documento tan veráz,  como histórico  para la historia de la música. The Rutles: All you need is cash (1978), dirigido por un ex miembro de la banda inglesa  Monty Pitón, Eric Idle, desnuda y parodia a los famosos cuatro de Liverpool más conocidos como The Beatles. Nina Blackburn, rueda Fear of a black Hat (1993), con una banda de  gangsta – rap.

El norteamericano Tood Haynes, con Velvet Godmine (1998), parodia la androginia, el hippismo y el dandi tradicional dentro de un marco referencial  actual con amplias alusiones  al género glam. Dentro del campo colombiano se destaca el trabajo de Jorge Aldana, Pepos (1985), rodado en super 8 y 16 mm entorno a una de las épocas  más representativas del entorno bogotano y con amplias referencias al rock de los años setenta  entorno a un grupo de muchachos denominados por la sociedad de la época como “pepos”.

En este sentido, el trabajo de Winterbotton se justifica a partir de la reconstrucción de un momento vital dentro  del contexto inglés donde se consideraba “el punk  como un no género musical”, respetando unas filosofías y un entorno musical, social y político dejado por el mandato de la “dama de hierro”, Margaret Tatcher, descrito por Greil Marcus en su texto  “Rastros de Carmin” como: Era un momento en el tiempo que tomaba forma como un lenguaje que preveía  su propia destrucción, persiguiéndola algunas veces, buscando que podía llegar a decirse sin palabras y acordes. No era historia”. [1]

La historia del rock posee sus propios templos: Fillimore East, Marque Club, La Caverna, La Hacienda, The Factory. Todos ellos representados en el cine por muchos directores dentro de una vida paralela que tan solo el tiempo es capaz de recobrar mediante lo documental.

[1]Greil Marcus. Rastros de carmin. Una historia secreta del siglo XX. Anagrama. Barcelona., España 1993. Pág 92.